sábado, 11 de junio de 2011

UN RATICO CON MI VIEJO

Papá, bendición.

Hoy, como siempre, admirando la sonrisa de mi hija me preguntaba si Tú te preguntas a diario si te extraño. Pregunta tonta para cualquier hijo e indispensable para el corazón de un buen Padre.

Realmente no, no te extraño, no te extraño porque vives en mí día tras día, estas conmigo en cada paso que doy, sigo respirando al ritmo de tu corazón, soy parte de ti. Papá, como sabes hace más de 4 años he comenzado a vivir en una hermosa casa llamada Paternidad y gracias a ti me fue muy fácil mudarme.

Cada ladrillo de mi nuevo hogar es testigo de cada una de tus palabras, de mis recuerdos, de ti. Aún recuerdo muchas de nuestras despedidas, aquel largo pasillo que agotaba tu mirada y apretaba tu corazón al verme caminar hacia el difícil día de aquel niño de 6 años, imágenes vivas de aquella coraza ejecutiva que te agotaba y que se rendía con cada uno de tus abrazos.

El día que aprendí a buscar en el diccionario, entraste por aquella puerta cansado de tu lucha contra una profesión impuesta por tu consciente y la mataste al mostrarme tu sonrisa. Recuerdo aquella noche que te despediste de un sueño profesional, lágrimas de tristeza tal vez, lágrimas de alegría después.

Siempre me dejabas una huella para guiarme hacia el camino del bien, del amor. Con mis propios ojos vi como muchos problemas se desvanecían con las acertadas decisiones de tu amor, como muchas de mis comprometedoras interrogantes eran respondidas con cada una de tus inteligentes historias.

Atrás dejaste lo que sea por vivir en mi, me demostraste que morirías por mi y gracias a ti vivía, vivo.

Me enseñaste a ser tu amigo, y te confieso que siempre hacía trampa, guardé cada uno de tus exámenes para graduarme como hijo. A estas alturas, me hace gracia ver aquellos que criticaban tu pedagogía tratando ahora de imitarte, de recuperar el tiempo perdido, soñando con conocer tus resultados, ¡que lástima!, sus alumnos siempre estudiaban con mis exámenes.

Con este nudo que tengo en la garganta, el mismo que tuvimos cuando me despediste en la Isla (¿te acuerdas?), quiero pedirte perdón, perdón si alguna vez dudé de tu amor, de tu cariño, de tu genialidad, perdón si alguna vez le hice daño a tu bondadosa y sabía tutela, es que no era fácil ser aquel Yo, aquel niño de impecables objetivos, dormido.

Para despedirme otra vez, intentaré imitar tu sabía y serena postura de nuestra última despedida. (Tú sabías que no volvería, lo sé, siempre dormías con mis sueños y ellos procuraron decirte hacia donde iba). Viejo, estas palabras no son más que una foto que le hecho a mi corazón en algún momento, en cualquier momento, estoy seguro que será la misma imagen por siempre.

Papá, gracias, gracias, gracias, gracias por ser Tú, gracias por ser mi Papá. Te amo viejo.

Oscar José

Barcelona-España, 28 de Octubre 2009.
"Dedicado a mi Padre"

Autor: Oscar Moreno Figueroa
Obra: Oscar Moreno en orden ascendente
Registro de Propiedad Intelectual Nº:B-2350-10

No hay comentarios:

Publicar un comentario